En 2025, las empresas han adoptado el carsharing corporativo como una solución eficiente, económica y ecológica para sus flotas. Esta modalidad permite a los empleados acceder a vehículos compartidos para sus desplazamientos laborales, evitando los altos costes de propiedad de vehículos, el mantenimiento individual y la dependencia del transporte privado.
El modelo ha evolucionado gracias a plataformas inteligentes que permiten reservar vehículos desde una app, validar el uso mediante credenciales corporativas y registrar automáticamente los trayectos para efectos contables o fiscales. Empresas como Arval y ALD Automotive han liderado esta transformación ofreciendo vehículos eléctricos y autónomos dentro de sus catálogos, lo que permite a las compañías cumplir con sus objetivos ESG (ambientales, sociales y de gobernanza).
Además, los sistemas están integrados con IA para asignar los vehículos más eficientes según el trayecto, el número de ocupantes y el nivel de batería. Esto mejora la utilización del parque móvil y reduce emisiones de carbono. Las empresas que adoptan estos sistemas no solo ahorran costes, sino que también mejoran su imagen corporativa ante clientes y empleados.
En muchos países, los gobiernos han comenzado a incentivar esta práctica con beneficios fiscales, especialmente si las flotas incluyen vehículos eléctricos. También se han habilitado estacionamientos reservados para estos servicios en centros urbanos.
Más allá de lo económico, el carsharing corporativo ha influido positivamente en la cultura organizacional. Ha fomentado una visión colaborativa, ha reducido la necesidad de plazas de aparcamiento en las oficinas, y ha ayudado a promover el transporte colectivo y la sostenibilidad.
En definitiva, en 2025 el carsharing ya no es solo una solución urbana, sino una herramienta clave de gestión empresarial sostenible, adaptada a las nuevas formas de trabajo híbrido y movilidad inteligente.